Por Claudio Álvarez Terán
El partido de la tardenoche de ayer con Arsenal nos ratifica algunas líneas del equipo que pueden ya considerarse certezas:
1) Que nuestro talón de Aquiles se encuentra en el sector izquierda de la defensa y que la suma de Román + Díaz no es más que un parche que no asegura ni solidez defensiva ni despegue ofensivo.
2) Que la ausencia o presencia futbolística de Lamela marca las sombras y luces del equipo de manera insoslayable.
3) Que Carrizo es un jugador de nivel internacional
4) Que el funcionamiento del tándem Acevedo-Almeyda son la báscula cuyo fiel determina si el equipo juega en campo propio o en campo ajeno.
A estas certezas se le suman todavía algunas dudas:
1) ¿Si River carece de punch ofensivo con Pavone en cancha, qué sucederá en los próximos partidos con él en la platea? A River le cuesta mucho llegar al gol (5 goles en 6 fechas) aún en partidos como el de ayer contra Arsenal en el cual contó con más y mejores oportunidades que las habituales.
2) Claramente Caruso no es reemplazo para Pavone y ante la imposibilidad de contar aún con Funes Mori ¿no sería deseable cambiar el sistema ofensivo hasta contar con un 9 de punta nuevamente en cancha?
3) Lanzini crece cada partido en su juego, pero aún parece no creerse su rol protagónico a la sombra de la luz solar de Lamela.
4) Si la presencia de Pereyra en cancha siempre le otorga al equipo un plus de funcionamiento ofensivo, ¿no será hora de ir buscándole un lugar en la formación titular?
Frente a estas fortalezas y debilidades de nuestro equipo y la amenaza permanente de la tabla de promedios se levanta ante nuestra vista una enorme oportunidad.
Se vienen dos fechas en las que sumar de a tres resulta una imperiosa necesidad. A juzgar por la manera en que se está desarrollando el campeonato, si haber sacado 2 puntos de los últimos 9 en juego nos mantuvo aún lejos del riesgo de la promoción, sacar 6 de 6 en los próximos dos partidos, frente a Newells en el Monumental y la visita a Quilmes, puede significar una visagra definitiva para sacarse de encima buena parte de la sábana del fantasma y empezar a pensar en un equipo que exprese de mejor manera su potencial.
River está obligado a vivir del corto plazo, porque como decía un viejo economista británico, en el largo plazo está la muerte, y en nuestra realidad esa sentencia se vuelve probable. En un campeonato en el cual a casi todos los equipos les cuesta ganar dos partidos seguidos, River no es la excepción.
A prepararse entonces para este par de semanas visagra que nos pondrán a la puerta de doblar el codo de la mitad del campeonato y enfrentar con mayor optimismo esa recta que nos conducirá a la ansiada meta de esta inédita carrera que estamos corriendo por escapar del abismo y volver finalmente a correr nuestras habituales carreras en el que la vista siempre está adelante sin girar nunca la cabeza para ver lo que sucede detrás.







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