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    Objetivo: Boca; Parte 2. Operación superclásico


    Por Leonardo De Casali


    Toda la expectativa que rodea este partido se ve reflejada en la semana mediante los distintos programas deportivos. Sería muy alocado decir que hay que tomarlo con tranquilidad por el momento en el que se está inmerso. River tendrá varios rivales dentro de la cancha y sobrevolando la misma. Uno de ellos y el más concreto será Boca Juniors.


    Suena repetitivo evocar a la irregularidad como parámetro de todos los equipos que ha enfrentado River en este torneo, cuya principal característica encaja en esa denominación. Este Boca no escapa a esta realidad, por lo que se ha visto un equipo superado y desbordado frente a algunos equipos.
    Esta superioridad se reflejó en el marcador en determinados partidos y en su propia cancha, como ante Godoy Cruz u Olimpo. Cuando no fue superado dejó muchas dudas. La referencia es para los juegos frente a All Boys, Tigre e Independiente. El único triunfo que logró como local en el torneo fue ante uno de los mejores equipos de la Argentina, Estudiantes de La Plata. Esa tarde la alegría llegó a dos minutos del final por intermedio de Lucas Viatri, en uno de los constantes ingresos por Martín Palermo.
    En cuanto a la estadística parecería ser que a Boca conviene enfrentarlo de visitante, y más si se tiene en cuenta que River no ha perdido en esa condición a lo largo del torneo.

    Por parte del juego, al Xeneize se le recrimina que le llegan mucho, y la culpable es la defensa. A Claudio Borghi no se le aceptaba la línea de tres, ahora Julio Falcioni volvió a los cuatro en el fondo, pero el problema de cuando a un equipo le llegan mucho, pasa por un circuito que falla de mitad de cancha hacia delante a la hora de recibir el ataque. La defensa lo único que puede hacer es resolver, dependiendo de la maniobra del equipo rival, pero cuando surgen estas descompensaciones, los defensores tienen que cubrir espacios en inferioridad numérica. Cualquiera de los centrales de Boca saben que sí viene un centro deben anticipar a su rival, pero si tienen que salir a cubrir espacios, se les complica a la hora de hacerse cargo de estas responsabilidades.

    Todo podría salir mejor si hubiera más formato de equipo. Se sabe que a Falcioni esta clase de detalles no se les escapan, pero tiene ciertos jugadores a los que no puede comprometer con el retroceso. Por esto Boca tiene los problemas enumerados anteriormente. Si los jugadores más adelantados en el terreno colaborarán con la marca en la gestación del ataque rival, dos de los mejores centrales del fútbol argentino no tendrían problemas, ni desajustes, ni deberían lidiar con las críticas del hincha.

    La opinión pública también eleva al título de verdad universal una frase que encaja en el fútbol de los ’70: “hay jugadores que no tienen que marcar, hay que darles la pelota y que jueguen”. En la actualidad, si los once no cooperan no se llega a nada, el mejor ejemplo es Vélez Sarfield, en el que todos ayudan en ataque y en defensa formando un conjunto. Si se toman algunos jugadores para atacar y otros para defender se estaría partiendo y habría dos equipos en cancha con la misma camiseta.

    Con ese pretexto de que hay jugadores que no están hechos para defender, entonces los marcadores centrales no deberían ir a buscar en las pelotas paradas, porque en contrapartida no están para atacar. Esto es lo que le pasa a Boca, lo cual River debe aprovechar.

    Otra de los escenarios con los que el Xeneize debe lidiar, es que en los ataques la pelota tiene que pasar por Juan Román Riquelme. Esto limita a jugadores de enormes condiciones, como Cristián Chávez o Nicolás Colazo que no pueden resolver como el partido pide, entonces se los desperdicia. Lo mismo sucede con Walter Erviti, que cuando comparte equipo con el histórico no luce y se desaprovecha aquella figura de los últimos tiempos de Banfield.

    Se acabó ese vicio de armar un equipo en función de un jugador, todos deben presionar para recuperar la pelota, todos deben acompañar para desbordar al rival, todos se deben mostrar, y en determinados momentos del partido, todos deben comprometerse con asumir el rol que el mismo pida. Respetando estos patrones, y sin faltar el respeto al rival, River debería obtener un buen resultado en este clásico.

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